“Hace tres años estuve a punto de vivir en la diana perfecta de las balas de los traficantes de Río de Janeiro. Quería mudarme a un piso más grande con luz natural. Las vistas del salón del apartamento que vi, en la calle Aarão Reis, en el barrio bohemio de Santa Teresa, me deslumbraron: horizonte, cielo, vegetación. Una favela aparentemente lejana, Fallet, como telón de fondo. El portero del edificio –un mulato charlatán– me dio un consejo.
—Amigo, no alquile el apartamento. Hace un año murió una chica. Una bala perdida.
En aquella época apenas sabía qué era una bala perdida. Menos que cada año los tiroteos entre traficantes y policía, o entre facciones de traficantes, alcanzan a más de 200 personas”.
Bernardo Gutiérrez cuenta en su blog Desde Alfa Centauro que el arranque de esta entrada "es el primer comienzo que escribí para el reportaje sobre la violencia de Río de Janeiro que hoy publica El País Semanal. Al final opté por un tono más aséptico, más distante".
"El texto resume —cuenta Bernardo— mis de cinco años de residencia brasileña y mis quince como periodista activo. Cuando llegué a Río no sabía nada sobre balas perdidas. Tampoco que la violencia formaba parte de la ciudad de una forma tan intensa. Ni que tenía poco que ver con la delincuencia común y que estaba muy focalizada en algunas áreas de la ciudad, sobre todo, en las favelas. Desconocía que la policía, con su política represiva, sus asesinatos arbitrarios y su corrupción profunda, es uno de los principales culpables. Hace unos días, mi compañero y amigo Francho Barón casi pierde la vida al entrar en la favela Morro dos Macacos. Una niña le explicó que en la favela no hubo ninguna invasión de una facción rival, como se hartó de repetir la prensa. Fueron los policías militares los que los trajeron hasta aquí en el interior del caveirão (carro blindado), y luego los soltaron, matizó. En algunas redacciones de Río están intentando confirmar ese rumor. No me extrañaría que fuese cierto. Infelizmente, la policía carioca utiliza el divide y vencerás y busca enfrentar a los diferentes comandos. Hasta el ejército brasileño ha usado estas estrategias macabras. En junio de 2008, el ejército brasileño, que estaba invandiendo el Morro da Providencia de Río de Janeiro, soltó a tres presuntos traficantes del Comando Vermelho en el morro da Mineira, dominado por Amigos dos Amigos. El resultado fueron 46 tiros a bocajarro (y tres muertos). En aquella época investigué lo que había sucedido. Conseguí subir a Providencia, gracias al permiso del tráfico y de una persona clave en el asunto (algo fundamental para adentrarse en favelas). Conseguí entrevistar a las madres de los jóvenes asesinados. La versión que me dio la población local fue estremecedora. Los militares habían torturado fríamente a los jóvenes. Ninguno de ellos estaba implicado en el tráfico. Les soltaron en el Morro da Mineira para limpiarse las manos, para que los matasen sus enemigos. Infelizmente, en Río de Janeiro, la policía disfraza bajo los 'Autos de defesa' asesinatos y muertes de inocentes. Gracias al trabajo de Ignacio Cano (y de otros personajes que aparecen en mi reportaje), el Gobierno de Río (de quien depende la seguridad) está entre la espada y la pared. Pueden engañar a la prensa conservadora brasileña, pueden conseguir que la clase media apoye la solución armada, pero no van a despistar a los peridoistas extranjeros que ahora, con la nominación olímpica de Río, tenemos la lupa sobre Río. La celebración de los Juegos Panamericanos en Río de Janeiro, con una represión nunca vista, se saldó con decenas de muertos. Cuando pedí los datos de violencia a la Secretaría de Seguridad de Río de Janeiro para la elaboración de este texto, su respuesta fue surrealista: “8 víctimas en la Zona Sur por 100 mil habitantes en 2008, como en las grandes ciudades turísticas del mundo”. Ni rastro de la Zona Norte ni de la Oeste".
"A poco que se rasque en al realidad social de Río, se hace evidente que la brutal desigualdad social y la falta de inversiones en las áreas pobres es otra de las explicaciones parciales del problema. Y la milicia (paramilitares) la mayor vergüenza de las autoridades cariocas, un tumor tétrico que ensombrece la Ciudad Maravillosa. El actual alcalde, Eduardo Paes, consiguió ganar apoyando públicamente la fuerza paramilitar, algo impensable en un país 'civilizado'. Lo peor de todo es que la seguridad no depende de Lula (las transferencias están cedidas). Aunque el presidente Luls, es la persona clave. Si pone todo su empeño (yo confío en él) y empieza a canalizar ingentes cantidades de recursos a las áreas más desfavorecidas, tal vez se solucine el problema de la ciudad más feliz del mundo".
—Amigo, no alquile el apartamento. Hace un año murió una chica. Una bala perdida.
En aquella época apenas sabía qué era una bala perdida. Menos que cada año los tiroteos entre traficantes y policía, o entre facciones de traficantes, alcanzan a más de 200 personas”.
Bernardo Gutiérrez cuenta en su blog Desde Alfa Centauro que el arranque de esta entrada "es el primer comienzo que escribí para el reportaje sobre la violencia de Río de Janeiro que hoy publica El País Semanal. Al final opté por un tono más aséptico, más distante".
"El texto resume —cuenta Bernardo— mis de cinco años de residencia brasileña y mis quince como periodista activo. Cuando llegué a Río no sabía nada sobre balas perdidas. Tampoco que la violencia formaba parte de la ciudad de una forma tan intensa. Ni que tenía poco que ver con la delincuencia común y que estaba muy focalizada en algunas áreas de la ciudad, sobre todo, en las favelas. Desconocía que la policía, con su política represiva, sus asesinatos arbitrarios y su corrupción profunda, es uno de los principales culpables. Hace unos días, mi compañero y amigo Francho Barón casi pierde la vida al entrar en la favela Morro dos Macacos. Una niña le explicó que en la favela no hubo ninguna invasión de una facción rival, como se hartó de repetir la prensa. Fueron los policías militares los que los trajeron hasta aquí en el interior del caveirão (carro blindado), y luego los soltaron, matizó. En algunas redacciones de Río están intentando confirmar ese rumor. No me extrañaría que fuese cierto. Infelizmente, la policía carioca utiliza el divide y vencerás y busca enfrentar a los diferentes comandos. Hasta el ejército brasileño ha usado estas estrategias macabras. En junio de 2008, el ejército brasileño, que estaba invandiendo el Morro da Providencia de Río de Janeiro, soltó a tres presuntos traficantes del Comando Vermelho en el morro da Mineira, dominado por Amigos dos Amigos. El resultado fueron 46 tiros a bocajarro (y tres muertos). En aquella época investigué lo que había sucedido. Conseguí subir a Providencia, gracias al permiso del tráfico y de una persona clave en el asunto (algo fundamental para adentrarse en favelas). Conseguí entrevistar a las madres de los jóvenes asesinados. La versión que me dio la población local fue estremecedora. Los militares habían torturado fríamente a los jóvenes. Ninguno de ellos estaba implicado en el tráfico. Les soltaron en el Morro da Mineira para limpiarse las manos, para que los matasen sus enemigos. Infelizmente, en Río de Janeiro, la policía disfraza bajo los 'Autos de defesa' asesinatos y muertes de inocentes. Gracias al trabajo de Ignacio Cano (y de otros personajes que aparecen en mi reportaje), el Gobierno de Río (de quien depende la seguridad) está entre la espada y la pared. Pueden engañar a la prensa conservadora brasileña, pueden conseguir que la clase media apoye la solución armada, pero no van a despistar a los peridoistas extranjeros que ahora, con la nominación olímpica de Río, tenemos la lupa sobre Río. La celebración de los Juegos Panamericanos en Río de Janeiro, con una represión nunca vista, se saldó con decenas de muertos. Cuando pedí los datos de violencia a la Secretaría de Seguridad de Río de Janeiro para la elaboración de este texto, su respuesta fue surrealista: “8 víctimas en la Zona Sur por 100 mil habitantes en 2008, como en las grandes ciudades turísticas del mundo”. Ni rastro de la Zona Norte ni de la Oeste".
"A poco que se rasque en al realidad social de Río, se hace evidente que la brutal desigualdad social y la falta de inversiones en las áreas pobres es otra de las explicaciones parciales del problema. Y la milicia (paramilitares) la mayor vergüenza de las autoridades cariocas, un tumor tétrico que ensombrece la Ciudad Maravillosa. El actual alcalde, Eduardo Paes, consiguió ganar apoyando públicamente la fuerza paramilitar, algo impensable en un país 'civilizado'. Lo peor de todo es que la seguridad no depende de Lula (las transferencias están cedidas). Aunque el presidente Luls, es la persona clave. Si pone todo su empeño (yo confío en él) y empieza a canalizar ingentes cantidades de recursos a las áreas más desfavorecidas, tal vez se solucine el problema de la ciudad más feliz del mundo".
4 comentarios:
Leí el reportaje cuando salió. No me convenció del todo: mucho dato y estadística fría, mucha cita de sociólogo. Si hay alguna realidad que dé para buenas historias humanas, completas y complejas, ésa es la de las favelas. Pero en fin, quién soy yo para enmendarle la plana a ese reportero... Eso sí, las fotos son pistonudas.
Yo creo que la documentación es fundamental. En un momento como éste, cuando Río le ha quitado el sueño olímpico a Madrid, sólo se puede publicar un reportaje así. Si no, se entendería que es la venganza de Madrid. Supongo que el periodista era bien consciente y que ha justificado su reportaje con datos, sociólogos. Creo que es un trabajo magnífico, de los que se ven poco en prensa española.
Desde mi humilde teclado, en Venezuela, creo que reportaje estuvo muy bien logrado, Dela cruad realidad de las favelas de rio de Janeiro o de las Barriadas caraqueñas tenmos a diario en nustrosperiodicos. Ya no nos impreiona la muere aislada de unniñode 7 años por unabalaperdiada. A veces estos datos ,aparentemente frios se convierte enle gatillo necesario para despertar la conciencia,
Eso sí: las fotos, de Joao Pino, son buenísimas.
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