viernes, 23 de diciembre de 2011

Cayó en la red

La entrada de hoy se la tenemos que agradecer, porque es suya de principio a fin, a nuestro colega Paco Sancho, excelente periodista y profesor. Ha tenido la suerte de vivir en la redacción de Última Hora los hechos que nos relata a continuación.

Darío es un muy buen periodista del diario Última Hora del Paraguay. Como reportero de la sección de Sucesos le acompañan dos grandes virtudes: una, innata, la del instinto; la otra, trabajada, la de una agenda repleta de fuentes. El viernes 9 de diciembre, cuando el cierre se echaba encima, salió disparado adonde su jefe, Alfredo, para contarle lo que acababa de descubrir: Marco Antonio Bianconi, 21 años, hijo del máximo jefe de la Policía Nacional de la república, había colgado en su Facebook fotos y hasta vídeos donde se le veía haciendo prácticas de tiro en un campo policial y con un moderno fusil de asalto M4, uno de los que el Gobierno había comprado para luchar contra el Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP). Por supuesto, el joven Marco Antonio nada tiene que ver con la Policía, ni falta que le hace, ya que su papá le encontró un buen empleo en una de las empresas más importantes de la administración pública, la Entidad Binacional Yaciretá (EBY). Pero la hoguera de las vanidades de Marco Antonio tenía que ser más atizada y, junto a sus ‘hazañas bélicas’, incluyó también fotos donde se le veía a bordo de un vehículo policial, por caminos embarrados, en plan rally.

El problema, ay, era el cierre. Ya era tarde. “¿Crees que la competencia tendrá esto?”, le preguntó Alfredo a Darío. “Creo que no”, le contestó, y ambos decidieron jugársela y guardar la historia para la edición del domingo.

En efecto, la competencia no sabía nada, así que nada salió en sábado. Y el domingo, con una llamadita discreta en ‘tapa’ (“Un hijo del comandante Bianconi usa bienes de la Policía”), el periódico publicó la historia.


Historia que de inmediato caló en la sociedad paraguaya y pronto comenzaron a hervir las radios y las redes sociales. Y, por supuesto y como era de esperar, el vídeo y las fotos de prueba desaparecieron del perfil de Marco Antonio en Facebook. Es más: cerró su página, a la que desde ese día ya no se podía acceder:


Pero Darío, que ya lo imaginaba, se había cuidado de descargar a su ordenador todas las imágenes y comentarios del joven (“Me cansé de andar haciendo cosas simples, si puedo hacer más cosas aprovecharé todo mientras pueda”). La indignación social se asentaba, también, en detalles no menores de la historia: los M4 con los que el hijo del jefe jugaba iban destinados a unos policías obligados a combatir la delincuencia con fusiles de la Guerra del Chaco (años 30, siglo XX), a las prácticas de tiro se llevaba a sus amigos, cada proyectil disparado cuesta unos 4 euros, los policías no tienen cursos de adiestramiento en esos campos, los proyectiles están prohibidos para uso civil...

...Y el ministro del Interior, Carlos Filizzola entra en escena el lunes.


Pero resulta que el titular de Interior no puede ‘tocar’ al comandante porque es amigo personal, muy amigo, del presidente de la República, Fernando Lugo. El asunto depende del presidente, pero Darío sigue desgranando detalles en Última Hora. La denuncia gráfica es impecable: mientras el hijo se divierte con un arma moderna, los policías trabajan con fusiles de hace ochenta años.

El martes 13, Darío por su cuenta y los jefes del diario por la suya, confirman una noticia que saben será objeto de ataques furibundos contra Última Hora: el ministro del Interior le ha pedido al comandante que presente su renuncia antes de ser destituido. La noticia abre tapa del miércoles y al ministro le falta tiempo para asomarse a las radios desmintiendo la noticia y tildando al periódico de mentiroso.


¿Perro no come carne de perro? Va a ser que sí. Enrique Vargas, periodista de la competencia con un Facebook bien activo (5.000 seguidores) le “baja la caña” a Última Hora y publica, entre las olas que le hacen sus seguidores:


Su argumento: él llamó a Filizzola desde su emisora y el ministro desmintió la noticia (“los de Última Hora no me han llamado para confirmar la noticia”). ¿Hacía falta llamarle? No. Quizá por cortesía, pero no para confirmar una noticia ya confirmada por las fuentes amplias y veraces del diario. En honor de Enrique Vargas hay que decir que, cuando horas después de ese miércoles la noticia se hizo realidad, escribió en su muro:


Y el caso es que, después de un miércoles lleno de insultos, el periodismo se hizo camino. Las informaciones del periódico obligaron al Estado a activar sus mecanismos y restituir el honor al mensajero. El jueves hubo agasajos en la redacción de Última Hora mientras se leía.



Un día después, el viernes, y junto a un contexto para la Historia...


... el diario publicaba un editorial que juzgo de obligada lectura para todo periodista que esté, a lo peor, adormilado.

Y al final, aunque a lo mejor no viene al caso, el ejemplo de una amistad no entendida y una lección no aprendida.


Qué grande es el periodismo y qué pequeñas somos las personas.


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