viernes, 7 de marzo de 2008

Nuria

Siempre se ha dicho que una de las ventajas del periodismo local es la cercanía. Los periódicos regionales y locales pertenecen a una comunidad más "cerrada" y tienen más fácil rozarse con las personas, con los ciudadanos. Por eso, como sucede en tantos diarios de Estados Unidos, parece ya un lugar común aconsejar a esos cientos de diarios locales y regionales que vale la pena apostar por los obituarios. Cómo no recordar ahora que el protagonista de la película Closer es un redactor de obituarios.

Se trata de una pequeña sección que apenas ha cuajado en España. Aunque, es verdad, hay algunos diarios que intentan darle cancha todos los días. Uno de los que pone más empeño es Diario de Burgos. Puestos al habla con su director, Antonio Mencía, nos ha contado la experiencia:

“Nos hemos dado cuenta de que, cuantos más escribimos nosotros, más recibimos. Hoy, por ejemplo, ha muerto un ex concejal, hemos dado la información y hemos publicado dos obituarios. Pero tenemos problemas para publicar un obituario todos los días. Nuestra redacción es joven y hay cierto desconocimiento. Pero tres o cuatro a la semana sí vamos sacando entre los que escribe la sección de Opinión y los que recibimos. Si la persona fallecida es conocida, solemos animar a algún amigo para que lo escriba. A veces nos encontramos con esquelas de una persona (tres o cuatro de empresas diferentes para un fallecido), pero no encontramos quién nos cuente algo. Y nos quedamos frustrados. Los lectores los agradecen. Aunque los textos sean breves, son una buena despedida.

(Pinche sobre la imagen para ver mejor los obituarios de Diario de Burgos)

Los periodistas a veces son reticentes para hacerse cargo de los obituarios. Nos falta
apostar decididamente por ellos. Un día escuché a no sé quién decir que en Estados Unidos los periodistas mejor pagados eran los que hacían obituarios. Si así fuera, no me extrañaría. Condensar una vida es muy difícil. Pero vemos cómo también los grandes periódicos españoles se están haciendo eco de los mismos”.

La idea de abordar hoy este tipo de texto tan cercano a los ciudadanos —y tan periodístico— ha venido propiciada por la publicación, en La Vanguardia, del obituario de Nuria Musté.

“Tengo 33 años, soy abogada, casada desde hace cinco años, con una hija de dos; en el 2002 me diagnosticaron un carcinoma neuroendocrino con metástasis en los huesos. Estaba embarazada de cuatro meses. Desde entonces estoy luchando contra toda adversidad que se me ponga enfrente. Hay algo en alguna parte que me ayuda a seguir luchando: la familia, los amigos, mi hija, Dios. He pensado escribir un diario sobre mi experiencia, que es la de tantos enfermos de cáncer”.

Así rezaba parte de la carta que Nuria escribió al director de La Vanguardia. Fue el primer paso para que muchos la conociéramos el 21 de noviembre de 2004: la Revista del diario le dedicó la portada y cuatro páginas. Nacía “El diario de Nuria”, que se publicó durante cuatro semanas seguidas. Y claro que interesó a los lectores. Su rostro, tan sonriente, fue una constante invitación a la lectura, a la cercanía, a la esperanza. Fueron cuatro semanas marcadas por el poder de una historia.

(Pinche sobre las imágenes para verlas más grandes)


































































El 28 de febrero, Eugeni Madueño publicó un ejemplar obituario de Nuria en La Vanguardia. Periodismo del bueno para cerrar una historia de las buenas: por la propia historia, claro que sí, pero también porque el diario decidió ir a por todas con ella.





12 comentarios:

Anónimo dijo...

MUy bonita historia!casi lloro al leer el orbituario...
MObis

Anónimo dijo...

Sigo vuestra página desde América. Cada día está mejor. Felicidades

Anónimo dijo...

Si produce un escalofrío es que es bueno.
Estoy escalofriado.
Normalizar la muerte en un periódico, casi nada.
Objetivo cumplido

Anónimo dijo...

La historia de Nuria me ha dejado KO…. Qué pasada.

Anónimo dijo...

Un gran acierto el blog.

Anónimo dijo...

ENHORABUENA!!
Me parece muy buena idea este blog, Son asuntos que se ven y se comentan a diario..., pero que finalmente quedan en el olvido.Y parece que no ha pasado nada. A ver si el blog contribuye a mejorar la calidad del periodismo... que buena falta le hace.

Anónimo dijo...

Como blogger dedicada a temas de medios me interesó vuestro blog, y como ex alumna tuya, Miguel Ángel, más si cabe. A ti, Txema, tuve ocasión de oírte en BCN, en el pasado ÑH04.
Os felicito por la idea y desde que Salaverría habló de vosotros, os añadí en mi Netvibes y en breve a mi blogroll.
Hay algo sin embargo que me preocupa y os quiero transmitir. Apenas 4 post y 3 son ejemplos tirando de hemeroteca. La pregunta es ¿acaso no hay cada día elementos en los diarios de “buena prensa”? Creo que el mensaje que dais, sin querer supongo, es el contrario al deseado. ¿Cuesta tanto encontrar elementos de “buena prensa” en esta misma semana? Pienso sobre todo en la cobertura de elecciones, bastante insufrible en mi humilde opinión.
Un abrazo desde Barcelona y adelante con vuestro blog.
www.lolacomomola.blogspot.com

Anónimo dijo...

Muy bueno el blog! Lo he descubierto hoy. A ver si puedo colaborar.

Castedo Merinero dijo...

Muy bella historia.

Anónimo dijo...

Juan Antonio Giner acaba de dar a conocer en su excelente blog (www.innovationsinnewspapers.com)
un excelente obituario que publica The Nuew York Timesl


Pearl Cornioley, who parachuted into Nazi-occupied France to work as a courier between the British and the French resistance and rose to command 3,000 underground fighters, died on Feb. 24 in the Loire Valley of France.

Ms. Cornioley, who was 29 when she was sent to France in 1943, commanded troops who killed 1,000 German soldiers and wounded many more — while suffering only a tiny number of casualties themselves.

She presided over the surrender of 18,000 German troops.

Her unit interrupted a railway line that connected the south of France to Normandy more than 800 times in June 1944, the month of D-Day.

It also regularly attacked German convoys.

The Germans offered a million-franc reward for her capture.

Pearl Witherington, as she was known at the time of her wartime exploits, was British by birth and French by upbringing. Her code name was Wrestler, her nom de guerre was Pauline, and in wireless transmissions to Britain, she was “Marie.”

‘The girls who served as secret agents in Churchill’s Special Operations Executive were young, beautiful and brave,” Marcus Binney wrote in his book “The Women Who Lived for Danger: The Agents of the Special Operations Executive” (2002).

“At a time when women in the armed forces were restricted to a strictly noncombatant role in warfare, the women of S.O.E. trained and served alongside the men,” he continued. “They fought not in the front line but well behind it.”

Cecile Pearl Witherington was born in Paris on June 24, 1914.

A great-grandfather was a chemist who introduced the recipe for Worcestershire sauce to Lea & Perrins, and a grandfather was an architect in London.

Her father traveled the world for a Swedish company that supplied paper for banknotes.

Her father’s heavy drinking and spendthrift habits shattered the family, obituaries in British newspapers said.

As the eldest of four daughters, Ms. Cornioley started working at 17 as a secretary and made extra money by teaching English at night.

She burned with anger over France’s defeat and began searching for a way to fight back.

Luckily, her French was superb.

“And anyway I didn’t like the Germans,” she was quoted as saying in an obituary in The Independent.

“Never did. I’m a baby of the 1914-18 war.”

On the night of Sept. 22-23, she parachuted into France, near Châteauroux. Her two suitcases landed in a lake, where they were lost.

Within hours, she was reunited with her French fiancé, Henri Cornioley, who had escaped from a German prison camp and joined the resistance.

But in October 1944, after being separated and almost killed, the couple made it to London, where they married.

They moved to Paris, where Mr. Cornioley worked as a pharmacist and Ms. Cornioley as a secretary for the World Bank.

In 1995, Ms. Cornioley published her memoirs, which she wrote with Hervé Larroque.

One tale concerned a “really cute” rabbit she took everywhere with her.

The rabbit was oblivious to machine-gun fire.

Ms. Cornioley received many honors, but the one that stuck in her mind was the one she turned down.

That was Member of the British Empire, or M.B.E. She had been offered the civil version, not the military one.

She sent an icy note saying she had had done nothing remotely “civil.”

Unknown dijo...

Agradecí en su día que La Vanguardia escuchara la carta de mi hermana y todavia no dejo de emocionarme con las muestras de cariño que se ocasionaron.

Este periodico siempre ha demostrado ir un paso por delante.

ana dijo...

La historia de Nuria me ha llenado de esperanza, esperanza en el amor eterno. Gracias y un abrazo para su familia.

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