martes, 24 de junio de 2008

El alcalde y el cura

Aún no habíamos reseñado nada de El Diario Montañés. Nada mejor que una estupenda historia para su estreno. Estupenda porque supone "sacar petróleo" de una "anécdota": una apuesta en un pueblo cántabro, que podría haberse quedado en un breve o, peor, haberse pasado por alto, se convierte en una muy interesante doble página. Primer acierto. Porque demuestra que las historias están ahí y que, si se decide trabajarlas y darlas, funcionan siempre. Y si la apuesta es entre el alcalde y el cura... Leticia Mena fue la periodista encargada de contar el reto con imágenes de J. L. Ramos y Fernando Casuso.





"La idea de hacer este reportaje —nos cuenta Leticia— surgió a última hora del viernes, cuando al redactor jefe de Fotografía, José Luis Ramos, le comentan no sólo la apuesta que han hecho el alcalde pedáneo de La Vega de Liébana y el cura, sino también la repercusión que había tenido este desafío entre los vecinos. Uno de ellos, que en la actualidad vive en Madrid, abrió un blog en el que fue detallando cada encuentro entre los apostantes, ya fuera en el bar del pueblo o en un camino mientras se entrenaban para la prueba. Además, la apuesta encerraba datos curiosos de la época del estraperlo y las rutas que hacían los habitantes de Liébana para conseguir alimentos, por ejemplo. Y lo que terminaba de rematar el asunto era el premio de la cuestión: si el alcalde perdía tendría que ir a misa todos los domingos; si el cura no llegaba el primero a la meta tendría que ayudar al alcalde a recoger hierba por los prados durante todo el verano. Consigo recopilar todos estos datos el viernes por la noche a través de llamadas a los dos protagonistas y leyendo el citado blog. Y el sábado, el fotógrafo se desplazó a Liébana para ilustrar el reportaje. Ya por la tarde volví a hablar con el alcalde y el cura después de sus respectivas y largas siestas y con sus testimonios elaboré desde la distancia lo que parece que se va a convertir en el principio de una larga lista de apuestas en Liébana. El entusiasmo de los participantes fue determinante para escribir el reportaje porque me detallaron cantidad de anécdotas con las que pude 'trasladarme' hasta allí".

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Una historia estupenda. Lástima que se pierdan tantas y tantas por culpa de tanta "oficialidad".

Ander Izagirre dijo...

Me ha encantado. Por estas tierras sí que las apuestas tienen cierto eco en los medios, sobre todo las de los aizkolaris, que tienen todo un ritual previo de desafío y negociación que ríete tú de los documentales de National Geographic.

Algunos incluso rememoran apuestas de hace muchos años. Un eibarrés quiso comprobar si era posible subir a no recuerdo qué monte con una barra de hierro de 100 kilos sobre el hombro, como había hecho alguien casi cien años atrás. Hay pirados que suben montes con bombonas de butano a la espalda, un tolosarra subió al Uzturre en vespa...

En el caso de Liébana, poco ojo tuvo el cura: ¡escogió un recorrido más largo y con más desnivel!

Elena dijo...

Genial la historia y contada con mucha gracia por mi querida amiga Leticia. Chiquilla, si me lees por aquí, un besazo. ¡Lo que da de sí Región!

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