Tres alumnos de nuestra Facultad (Arantza González-Boza, Antonio Trujillo y Felipe Sánchez) nos han enviado este ejemplo para el blog, que publicamos encantados:
¿Los motivos? Nos los cuentan: "Primero, el hecho de que se apueste en la portada de deportes por una disciplina como el motociclismo mientras los cuatro grandes diarios deportivos españoles hablaban, una vez más, de la Liga".
También por el simbolismo: "
pegados en la carrera, pegados en la clasificación (Lorenzo 1º y Pedrosa 2º con 61 puntos los dos), pegados título e imagen, pegada la tipografía... y
pegados en su relación personal, como se pudo comprobar tras el Gran Premio de Jerez, cuando el Rey apenas pudo arrancarles un saludo ante las cámaras". Los tres concluyen así: "Creemos que muchos días las portadas de deporte de
Público están ganando en calidad a las de los periódicos deportivos".
Su envío nos da pie para no dejar pasar otras recientes páginas de buen periodismo deportivo. Las dos primeras tienen que ver con "el día después" de un evento. En el primer caso, de El Correo, Iván Orio nos cuenta quién es el ganador del Máster de Augusta de Golf.
En en segundo caso, extraído de
Diario de Noticias,
Miguel Áriz entrevista a un ciclista navarro que acaba de correr la terrible clásica París-Roubaix.
En la tercera, una doble publicada por El Diario Vasco, Oier Fano aprovecha el triunfo en los europeos del niño-saltador Thomas Daley para recordar, con un título muy acertado, otros casos de "colegiales" campeones.
Cuando le pedimos a Oier que nos hablara sobre esta doble página, nos comentó —largo y tendido—, que cerraba una "trilogía":
"No recuerdo el día exacto en que Thomas Daley se proclamó campeón de Europa pero sí el momento en que me di cuenta de su hazaña. La Redacción de El Diario Vasco estaba a lo suyo, y en Deportes hablábamos de cualquier cosa, os lo aseguro, menos de saltos de trampolín, un deporte 'atávico' que diría un compañero. La tele estaba encencida pero nadie le hacía caso, como aquel que tiene puesto un programa de prensa rosa por poner algo de ruido a un salón. Eso sí, el subconsciente del periodista estaba activado, porque en cuanto el chavalín de trece años entró en escena, pronto la gente reaccionó. Quienes viven por y para el deporte, y quienes ven en las diferentes disciplinas un entretenimiento trivial. Los gritos del comentarista ayudaron a quien tuviera ese 'piloto automático del interés general' apagado. Si un 'saltimbanki' que salta desde un trampolín de diez metros es capaz de arremolinar, en una tarde de bastante trabajo, a una quincena de redactores que tiene tanta idea de saltos como yo de la fotosíntesis de la acacia en el África septentrional, es que algo hay que hacer al respecto.
En un periódico de información general como El Diario Vasco, la sección deportiva consume páginas y páginas tratando la actualidad, y de ciento en viento son necesarios reportajes que rompan un poco el molde. En este blog se recoge el reportaje de la magia de Anfield (lugar de obligada visita para quien sea un loco del deporte como servidor) de mi compañero Ezquiaga, por poner otro ejemplo reciente de 'periodismo fresco' en el medio en que trabajo y en la sección deportiva, pero hay muchos más casos. La clave radica, simplemente, en mirar alrededor, y ver qué temas dan lugar a tertulias. Nada más complaciente que entrar a un bar y ver cómo unos chavales se retan, a modo de trivial, a sacar más y más nombres de deportistas precoces como los que protagonizan este reportaje. Primera evidencia de que la idea ha tenido tirón.
Evidentemente, en lo que respecta a la elaboración del reportaje, hay que dejar nombres fuera. En este tipo de textos, tanto el de atletas precoces, como longevos, o como en el de los polivalentes, salen y salen atletas según sigues indagando, pero no te puedes volver loco y tienes que ir al meollo, sobre todo si el público es general, y no específico, como pudiera ser el de una revista especializada. No es lo mismo hablar de un austriaco de diecisiete años, esquiador de fondo, deporte que en España tiene una trascendencia mínima (salvo con Johan, ¿o Juanito? Muehlegg), que de Ricky Rubio o Bojan, por todos conocidos. Una ficha de datos puede valer como solución si uno no quiere ser injusto y dejar a nadie fuera. Al final, se trata de contar una historia entretenida, y tratar de provocar en el lector una reacción similar a la que percibí en la Redacción con el triunfo del saltador de trampolín.
A la hora de escribir, pues tirar de cosecha propia, por supuesto de internet, y preguntar. Todo el mundo conoce a alguien aspirante a ser 'el que más sabe de deportes del mundo'. Y si no, se busca, eso es lo de menos. Si tu pasión es el deporte, como en mi caso, este reportaje se escribe con los ojos cerrados. Si no, costará algo más, pero de nuevo, nada que la cosecha propia del entorno, internet o una buena hemeroteca no pueda solucionar.
Y sobre la mecha que enciende un reportaje 'diferente', reiterar que consiste saber observar. Saber apreciar qué idea puede dar lugar a tertulias, a que la gente recuerde ese texto por un tiempo, recordar que algo leyó, una declaración de alguien, lo que sea. Me viene a la cabeza que el año pasado, por poner otro ejemplo, Pepe Reina, portero del Liverpool, detuvo tres penaltis en las semifinales de la Champions League ante el Chelsea de Mourinho. En este caso hacer un reportaje del tipo 'deportistas precoces' no tiene mucho sentido, porque la historia en todos los casos es la misma. 'Este portero paró muchos penaltis'.
A la gente le da igual si en 1940 hubo un tío que paraba más que Arconada. Sin embargo, tocando nombres de refilón, recabando información y hablando con los mejores especialistas del momento, se pueden repasar las argucias de los distintos metas, algunos casos míticos (como el penalti del portero Grobbelar, también del Liverpool, ante la Roma hace más de veinte años, ver en Youtube), y tirarse de la moto. Si la suerte te ayuda, y el día en que publicas la historia Andres Palop le da el título al Sevilla tras parar tres penas máximas en UEFA, mejor que mejor (donde digo suerte, digo 'el ojo de quien se encarga de elegir el día de publicación', que evidentemente no es mi ojo). Pues eso, contar una historieta que sirva para la resaca de 'ese acontecimiento o hecho que llama la atención', a modo de cubata después de una buena cena. En definitiva, seducir al lector, rompiendo un poco la rigidez que exige la actualidad diaria".